Tu equipo dice que son ágiles. Hacen reuniones diarias. Hacen sprints. Usan Jira. Pero cuando sugieres dedicar tiempo a la planificación o la mejora, la respuesta es inmediata: “No tenemos tiempo para eso, tenemos que entregar el producto”.
Mientras tanto, están constantemente apagando incendios. Los problemas de producción descarrilan los sprints. La deuda técnica se acumula. Las estimaciones son pura fantasía. Y cada trimestre, alguien se queda despierto todo el fin de semana para “salvar” un lanzamiento crítico.
Esta es la incómoda verdad: tu equipo no está demasiado ocupado para planificar. Prefieren trabajar en situaciones de crisis a planificar. Y el sistema los recompensa por ello.
Cultos de cargamento ágiles
El movimiento Agile prometía una revolución: planificación adaptativa, mejora continua, ritmo sostenible. En cambio, muchas organizaciones obtuvieron rituales vacíos.
Hacemos reuniones diarias y sprints, por lo tanto, somos ágiles. Excepto que las reuniones diarias son informes de estado. Los sprints son períodos arbitrarios de dos semanas sin ninguna disciplina de planificación real. “Responder al cambio” se convirtió en “nunca nos comprometemos a nada”. “Software funcional por encima de una documentación exhaustiva” se convirtió en “no documentamos ni planificamos en absoluto”.
Esto no es Agile. Es una imitación de Agile: seguir las ceremonias sin la disciplina de ingeniería subyacente. Los marcos Agile reales se basan en ciclos de mejora continua: planificación de sprints, refinamiento del backlog, retrospectivas. Estas son oportunidades para mejorar, aprender y perfeccionarse. Pero la mayoría de los equipos las tratan como simples trámites, no como herramientas para impulsar el cambio.
La neuroquímica de la lucha contra incendios
Existe una razón por la que trabajar en situaciones de crisis resulta tan estimulante. Cuando se lucha contra un incendio en la producción, el cuerpo libera cortisol y adrenalina. La concentración se agudiza. El tiempo se comprime. Uno se siente intensamente productivo, porque biológicamente está en modo de supervivencia.
Entonces lo solucionas. El sistema se estabiliza. Tu equipo ve tus actualizaciones de Slack: «Implementando la solución». «Problema resuelto». Eres el héroe. La gerencia lo nota. Tus compañeros te lo agradecen. El ciclo de recompensa neuroquímica se completa.
Compárese eso con el trabajo de planificación. Sentarse en una sala, desglosar historias, analizar casos límite, identificar riesgos: es exigente cognitivamente, pero neuroquímicamente aburrido. No hay subidón de adrenalina. No hay resultados inmediatos visibles. Y si se hace bien, no ocurre nada dramático. El proyecto avanza sin problemas. Nadie se da cuenta, porque no hay ninguna crisis que justifique una actuación heroica.
El sistema te ha condicionado: el trabajo en situaciones de crisis se reconoce y se recompensa. El trabajo de planificación es invisible. La prevención no recibe ningún reconocimiento. Así que, inconscientemente, te centras en lo que se premia.
Nadie quiere esta (disciplina)
Lo que hace que esto sea tan insidioso es lo siguiente: las metodologías ágiles ya incluyen la solución. Las retrospectivas de sprint están diseñadas para identificar mejoras. Las sesiones de planificación tienen como objetivo fomentar un entendimiento común y pronósticos realistas. La revisión del backlog es el momento para prevenir sorpresas futuras.
Estos son puntos clave: lugares donde un esfuerzo pequeño y constante genera una mejora continua. Pero solo si te comprometes a actuar en función de lo aprendido. Solo si proteges el tiempo para la planificación y la mejora. Solo si resistes la tentación de la siguiente urgencia.
Lamentablemente, he visto muchos equipos que no lo hacen. Simplemente cumplen con el trámite. La retrospectiva genera tareas pendientes que se acumulan. La sesión de planificación se realiza con prisas porque “tenemos que empezar a programar”. Se omite la revisión porque “estamos demasiado ocupados con el lanzamiento”.
Y luego se sorprenden cuando nada mejora. Cuando las estimaciones siguen siendo poco fiables. Cuando la deuda técnica sigue creciendo. Cuando los mismos problemas se repiten en cada sprint.
La disciplina de la mejora continua no es complicada. Es aburrida. Es repetitiva. Es decir: «Vamos a dedicar dos horas esta semana a mejorar nuestro proceso» y hacerlo de verdad, incluso cuando hay un problema urgente. Es optar por la prevención en lugar de las acciones heroicas, aunque la prevención no siempre sea bien vista.
Rompiendo el ciclo
Comprendo la trampa. El sistema premia el trabajo en situaciones de crisis. Tu química cerebral lo refuerza. La cultura celebra a los héroes que luchan contra incendios. No eliges el caos conscientemente; respondes a incentivos.
Pero aquí está el desafío: no se puede lograr una velocidad sostenible gestionando crisis. No se puede escalar con actos heroicos. Y no se puede competir a largo plazo agotando a los mejores empleados en busca de la próxima dosis de adrenalina.
Romper el ciclo exige una decisión. No una sola vez, sino de forma constante. Protege el tiempo de planificación. Actúa en función de las reflexiones retrospectivas. Aprovecha las ventajas que te ofrece tu marco de trabajo. Haz que la mejora sea imprescindible, incluso —sobre todo— cuando te sientas demasiado ocupado para mejorar.
No hay soluciones mágicas. No existe una herramienta que lo resuelva todo. Se trata de disciplina constante. Los marcos de trabajo te proporcionan la estructura. Los puntos clave ya existen. La cuestión es si te comprometerás a usarlos o si seguirás priorizando la crisis que parece urgente sobre la mejora que realmente importa.
Si bien los principios aquí expuestos son sencillos, superar la adicción a las crisis requiere apoyo constante y una perspectiva externa. Ahí radica la diferencia del coaching basado en evidencia, que te ayuda a identificar patrones, proteger tus puntos fuertes e integrar la disciplina de la mejora continua en tu cultura organizacional. Exploremos cómo el coaching personalizado puede ayudarte a pasar de apagar fuegos a alcanzar un ritmo sostenible, construyendo la disciplina, a veces tediosa, que genera una ventaja competitiva duradera. Contáctanos hoy mismo y comencemos el trabajo a largo plazo que realmente genera resultados acumulativos.
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